Constantemente se preguntaba por qué había elegido ese camino. Si se hubiera matado también él aquella noche todo sería distinto. Sin embargo existía algo (su instinto, quizás) que lo había llevado a continuar con su vida, así, como si nunca nada hubiera ocurrido. Sea como fuese, no podía engañarse a sí mismo. La veía en todos lados. La sentía en todo momento rondando su mente, inflingiéndole ese dolor insoportable como forma de escarmiento.
Recordaba con precisión aquella última mirada. Segundos antes de que le diera la última puñalada, ella habló con los ojos. Con su cuerpo ya exánime, concentró toda su fuerza en sus pupilas y atravesó como un rayo el alma de Marco para siempre. "Cada vez que respires, cada vez que te muevas, cada palabra que digas, te voy a estar contemplando. Me pertenecés, Marco." Inmediatamente después, cerró sus ojos y se apagó su vida eternamente.
Precioso! Beso!
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